El sufrimiento en este mundo

Por Shelbi Cullen


“En esta vida, tendrás tribulaciones…” (Jn. 16:33).

El sufrir… ¿deberíamos?

Un ejemplo bíblico de sufrimiento

Hay muchas personas en la Palabra de Dios que sufrieron mucho ante la provocación, pero sus historias fueron registradas como ejemplo para no perder el ánimo ni la esperanza (Rom. 15:4). Ana es un ejemplo maravilloso que vivió durante el tiempo de los Jueces, uno de los tiempos más oscuros de Israel (1 Sam. 1).

El sufrimiento de Ana

En la historia de Ana, se aprende rápidamente de su sufrimiento. Las Escrituras revelan que su marido es polígamo, un ejemplo de aquellos que tomaron una segunda esposa debido a la falta de fe cuando su primera esposa fue incapaz de tener hijos (Génesis 16:2-3, 30:3-4, 9). Ana sufrió profundamente en su esterilidad; vivió en una sociedad donde el valor de la mujer se encontraba en el hecho de tener hijos. Penina, la otra esposa de su casa, cruelmente provocó y ridiculizó a Ana por su incapacidad y esterilidad (v. 6).

De manera similar, las mujeres de hoy sufren de maridos infieles e indiferentes, estériles, ridiculizadas y provocadas.

La respuesta de Ana a su sufrimiento

Ana, aunque profundamente afligida por estas circunstancias, no se afligió sin esperanza. Más bien, persiguió al Señor, derramando su alma en oración a Dios Todopoderoso, el Dador de la vida (vv. 10-11, 15). En la fe, ella arroja sus cargas y grandes ansiedades sobre él y las deja en el altar, demostrando una confianza fiel y paciente en un Dios Soberano (vv. 15-18).

Sufriendo bien en nuestras propias pruebas

De la misma manera que Ana buscó la ayuda del Señor en la oración y echando sus cargas sobre él, los creyentes de hoy en día son exhortados a “Humillarse bajo la poderosa mano de Dios, para que a su debido tiempo, Él los exalte, echando todas sus ansiedades sobre él, porque él cuida de ellos” (1 Ped. 5:6-7, paráfrasis del autor).

Como la fiel Ana, debemos arrojar sobre el Señor como una manta nuestras ansiedades, desalientos, decepciones e incluso nuestro sufrimiento. En vez de preocuparnos y dudar, debemos ver a Dios como soberano, bueno y poderoso como lo hizo Ana.

Dios responde en el sufrimiento

El Señor no es indiferente ni cruel cuando el creyente experimenta pruebas difíciles. Más bien, es compasivo y paciente, “Así como el Padre se compadece de sus hijos, el Señor se compadece de los que le temen”. Porque Él mismo conoce nuestra condición; es consciente de que no somos más que polvo”. (Salmo 103:13-14).

Dios usa el sufrimiento para llevar a los creyentes a él, para convertir sus dudas en fe en sus promesas y en la convicción de quien dice ser en su Palabra, “Me conviene haber sido afligido, para aprender tus estatutos”. (Salmo 119:71).

Ana respondió con confianza, creyendo que Dios le respondería de acuerdo con lo que era mejor para ella. Su actitud era un ejemplo de humildad, fe y confianza. Aprendamos de su ejemplo en nuestro propio sufrimiento al reconocer a Dios como el Todopoderoso que se preocupa profundamente por sus hijos y entonces actúa yendo a Dios humildemente en oración, adoración y echando tus cargas sobre Él.

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