La soledad: Un camino hacia Dios

Shannon Kay McCoy | Enero 22, 2020


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“Vuélvete a mí y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido”. (Salmo 25:16)

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¿Te has sentido alguna vez completamente solo? ¿Has experimentado la nube oscura de la soledad?  La soledad es un sentimiento inquietante de desconexión de los demás, ya sea solo o en presencia de gente. A veces puede ser sutil, como la niebla que te rodea, o puede ser repentina, como una manta pesada y húmeda que cae del cielo.

Cuando las pruebas y los desafíos de la vida te abruman, ¿te preguntas si alguien se preocupa por ti? El salmista gritó en su angustia: “Nadie se preocupa por mi alma” (Sal. 142:4). Los pedazos rotos de tu vida pueden hacerte sentir desesperanzado y solo. Puede hacerte perder la perspectiva y cuestionar tu fe. Las pequeñas cosas se hacen grandes, los seres queridos se convierten en enemigos y las circunstancias amenazan la vida. Lo peor de todo es que puedes sentir que Dios te ha dado la espalda.

El corazón de la soledad

La soledad es un sentimiento universal. Sentirse solo es ser humano. Es el resultado del pecado que entró en la condición humana en el Jardín del Edén. Cuando Adán y Eva decidieron desobedecer a Dios comiendo del árbol prohibido, se produjo una grave desconexión relacional. Experimentaron la soledad de esconderse el uno del otro y de Dios.

Desde entonces, la soledad puede encontrarse en los solteros, en los casados, en los jóvenes, en los ancianos, en el liderazgo, en el cuidador, en el padre que está en casa, ya sea en una multitud o solo. Cuando uno se enfrenta solo a las pruebas, la soledad está ahí. Cuando un ser querido te traiciona, la soledad está ahí.

Cuando olvidas que Dios siempre está contigo, la soledad está ahí. La soledad revela tu desesperada necesidad de ayuda.

Un camino hacia Dios

En tu soledad, puedes sentir la tentación de huir de Dios, dudando de Su amor y propósito para ti. Dios quiere usar tu experiencia de soledad como un camino hacia Él. Santiago 4:8 dice: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros”. Dios promete estar presente contigo. En lugar de ir a tu escondite solitario, permite que Dios lo use para llevarte a una relación más profunda con Él. Él llama a los solitarios a salir de su reclusión y te invita a entrar en su presencia. Promete mostrarte el camino de la vida y darte plenitud de gozo (Sal. 62:11). Él recompone las piezas rotas para renovar tu propósito y hacerte útil de nuevo.

La soledad es un camino hacia una comunión más profunda con Dios. La soledad puede hacerte creer que no te queda nada. En Cristo tienes todo lo que necesitas (2 Pedro 1:3). Confíale a Él tu soledad. Deja que sea una ofrenda a Él como un acto de adoración y descansa en el gozo de Su presencia.

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