Por Frances Tibayan
¿Cuántas veces te has parado frente a la persona que has ofendido y has dicho estas palabras: “Lo siento”? Analicemos lo que estas palabras transmiten. A menudo oímos a los niños disculparse con estas mismas palabras cuando accidentalmente derraman la leche. Se comunican: “La he embarrado”. Esas son buenas palabras para decir si la ofensa fue un error o un malentendido. Pero, ¿y si fue más que eso?
Pecado vs. Error
Cuando ofendemos a alguien, debemos preguntarnos: “¿Pequé contra él y contra Dios?” La respuesta determinará cómo manejar la reconciliación. Si pecaste, entonces pide humildemente a tu amigo que te perdone y ponte en comunión con Dios. La respuesta bíblica al pecado es pedir perdón, no simplemente disculparse. Una disculpa comunica que lamentas que alguien haya sido lastimado. Buscar el perdón reconoce la transgresión moral y el abismo relacional que has creado. El pecado revela una ofensa primero contra Dios (Salmo 51:4). Primero, pedirle perdón al Señor y elegir alejarse del pecado expresa un verdadero arrepentimiento. El arrepentimiento es, como dijo Charles Spurgeon, “un descubrimiento del mal del pecado, un luto por haberlo cometido, una resolución para abandonarlo”. Nuestra primera prioridad es buscar el perdón de Dios confiando en que Cristo nos perdonará (1 Juan 1:9).
En forma de una pregunta
Debemos pedir perdón al amigo contra el que hemos pecado. Cuando se busca el perdón de otro individuo, debe ser en forma de una pregunta, no un imperativo. Por ejemplo, “¿Me perdonas por estar enfadado? ¿Me perdonas por ser grosero? ¿Me perdonas por ser impaciente?” Pedir perdón (“¿me perdonas…?”) y nombrar específicamente el pecado (“¿ … por ser impaciente contigo?”). A menudo, necesitamos pedir perdón por no amar a un amigo. Pablo da una clara descripción del amor en 1 Corintios 13:4-7 para ayudarnos a discernir cómo podemos haber fallado pecaminosamente en amar a los demás. Después de pedir, espera humildemente una respuesta que te informará de tu próximo paso.
Conclusión
Hacer la pregunta “¿He pecado?” cultivará una sana lucha en tu corazón. Si la respuesta es sí a la pregunta anterior, entonces el siguiente paso sería pedir el perdón de Dios. Entonces debemos preguntarle a la persona contra quien hemos pecado. Confesar y arrepentirse del pecado a Dios nos devolverá la armonía con nuestro Padre y nos liberará de herir ciegamente a los demás y a nosotros mismos. Acercarse a nuestro amigo mostrará la seriedad del pecado a ellos y el reconocimiento del dolor que hemos infligido.
“Lo siento” no comunica claramente el deseo de reconciliarse con Dios y el amigo ofendido. Preguntar “¿Me perdonas?” puede parecer extraño al principio, pero en tu humildad experimentarás la gracia de Dios (Santiago 4:6, 1 Pedro 5:5-6). Deja que el perdón de Dios te transforme a ti y a tus relaciones. No te arrepentirás.