Chelsey Gordon | 12 de enero de 2021
“Y estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón. Las enseñarás con diligencia a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés sentado en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Las atarás como una señal a tu mano, y serán como frontales entre tus ojos. Las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas”
Deuteronomio 6:6-9
A los padres piadosos se les encomienda la pesada responsabilidad de discipular diariamente a sus hijos en los mandamientos de Dios. Hay mucho que los niños deben saber e interiorizar sobre Dios y el mundo que Él ha creado. Además, los niños también deben crecer en la comprensión del estado de sus propias almas, a medida que aprenden a identificar y luchar con su propio conjunto único de fortalezas, debilidades, tendencias y susceptibilidades. En última instancia, anhelamos que nuestros hijos reconozcan su necesidad de un Salvador y se sometan por completo a Él. La responsabilidad de facilitar tal crecimiento y comprensión puede ser, comprensiblemente, abrumadora, a veces hasta el punto de paralizar la crianza.
¿Qué debemos hacer? ¿Qué debemos decir?
¿Cómo podemos entablar con confianza conversaciones sobre el Evangelio cuando se presenta la oportunidad?
¿Cómo podemos iniciar esas conversaciones si nuestros hijos no lo hacen?
¿Cómo podemos incorporar el discipulado a los ritmos familiares normales de una manera que no sea forzada ni artificial?
Si te has hecho estas preguntas, espero que consideres un sencillo punto de partida para las interacciones regulares de discipulado con tu hijo: Aprovecha el regalo de la narración. La narración es una de las herramientas más sencillas y poderosas que tienen los padres para enseñar a sus hijos la verdad bíblica. Durante su ministerio terrenal, Jesús, el maestro de maestros, enseñó no sólo en declaraciones proposicionales de la verdad, sino a través de parábolas narrativas. Siguiendo su ejemplo, nosotros también podemos utilizar las historias para atraer los corazones y las mentes de nuestros hijos de una manera singularmente convincente.
Las historias abren la comunicación.
Los niños, que no se involucran fácilmente en conversaciones individuales, a menudo están deseosos de señalar y discutir lo que ven y oyen en las páginas de un libro. Cuando su hijo reflexione sobre las palabras, las ilustraciones, el argumento, los personajes y los resultados reales o potenciales de las decisiones tomadas, aproveche al máximo esta oportunidad para escucharlo y aprender más sobre cómo piensa y qué valora.
Los cuentos ofrecen a padres e hijos una oportunidad única de aprender juntos.
Cuando leemos cuentos con nuestros hijos, no estamos a su lado como expertos omniscientes que imparten conocimientos a un novato ignorante. En lugar de eso, nos sentamos literalmente con ellos y les invitamos a viajar a nuestro lado mientras exploramos todo lo que se puede imaginar, disfrutar y descubrir en el mundo de un cuento concreto. Esta dinámica de navegar juntos con humildad por estos nuevos mundos e ideas puede despresurizar conversaciones que, de otro modo, podrían parecer sesgadas o cargadas. Recorrer un cuento de este modo ofrece a padres e hijos una oportunidad relajada de leer, reflexionar y comprender juntos, mano a mano.
Los cuentos inculcan el amor por la lectura.
La alfabetización general de un niño afectará a su alfabetización bíblica. Al animar a nuestros hijos a valorar la Palabra de Dios, debemos enseñarles también a valorar la palabra escrita como una forma de comunicación, que Dios ha elegido especialmente para revelarse a Sí mismo y Sus caminos. Si no modelamos para nuestros hijos el valor de la lectura en general, será más difícil obligarles a leer la Biblia en particular.
Aunque creo que los padres pueden tener conversaciones significativas sobre el Evangelio en torno a prácticamente cualquier libro, he enumerado a continuación un puñado de mis títulos favoritos explícitos en el Evangelio.
1) “La Biblia de Cuentos de Jesús: Cada historia susurra su nombre” de Sally Lloyd-Jones :
Esta biblia para niños entrelaza extractos de las Escrituras de manera que destaca las hazañas del Autor de todas las cosas más que los personajes individuales que ocupan sus páginas. El “Amor que nunca se detiene, que nunca se rinde, que no se rompe, que siempre y para siempre”[1] de Dios se muestra clara y ampliamente mientras cada historia (como denota el subtítulo) apunta hacia el verdadero héroe, el Rescatador de nuestras almas, Jesucristo.
2) La serie “Cuentos que dicen la verdad:
En estos maravillosos libros encontrarás relatos de narraciones bíblicas individuales que dirigen a los lectores hacia la metanarrativa bíblica aún más amplia y global de la creación, la caída, la redención y la restauración. Escritos por diversos autores cristianos e ilustrados de forma vibrante por Catalina Echeverri, estos libros son un placer de leer y están llenos de esperanza evangélica.
3) La Serie “Buenas Noticias para Corazoncitos:
Esta serie de libros escritos por autores de CCEF está llena de aplicación práctica de principios bíblicos al nivel del corazón, todo enseñado a través de historias atractivas. A través de las pruebas y triunfos de varias criaturas del bosque, tú y tu familia tendrán la oportunidad de aplicar los principios bíblicos de Dios.