Lucy Ann Moll | 2023
La maternidad es una montaña rusa. Está llena de altibajos, momentos reconfortantes y giros desafiantes. Sin embargo, para las madres ansiosas, esta montaña rusa puede ponerlas patas arriba y llenarlas de ansiedad. En medio de las alegrías de criar a los hijos, pueden aparecer la preocupación y el miedo. En este artículo, veremos dos verdades para las madres ansiosas y una mentira que suelen creer.
Verdad: está bien quitarse la capa de supermamá
Las madres ansiosas a menudo piensan que deben hacerlo todo: mantener la casa, hacer malabarismos con las responsabilidades del trabajo, hornear galletas deliciosas y nutritivas, y todavía tener tiempo para recitar la Biblia entera. Pero seamos realistas: ninguna de nosotras es una supermamá. Esa capa no existe. Y aunque existiera, probablemente nos tropezaríamos con ella mientras perseguimos a un niño que se escapa.
Ser una mamá piadosa significa enfocar nuestra energía y nuestra atención en las cosas que más importan: Dios, primero; tu familia, después. Tener tus prioridades claras ayuda a reducir tu ansiedad.
Veamos cómo Jesús ayudó a Marta y a María a ordenar sus prioridades. Mientras María se sentaba a los pies de Jesús y le escuchaba enseñarle, Marta estaba ocupada en la cocina (posiblemente golpeando los cacharros). Se quejaba: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola en el trabajo? Dile que me ayude”. (Lucas 10:40). Jesús le respondió: “María ha elegido la mejor parte, y no le será quitada” (10:42).
Así que date permiso para dejar la capa, respirar hondo y pídele a Dios que te ayude a ordenar tus prioridades. Una ayuda práctica es hacer una tabla de “¿quién es responsable? Céntrate en una de tus tareas, como “llevar a los niños a la escuela primaria”. Luego haz dos columnas: cosas de las que soy responsable y cosas de las que no soy responsable.
Dependiendo de las edades y habilidades de tus hijos, tu tabla puede incluir algo como esto:
Cosas de las que soy responsable — Levantarme a tiempo, preparar un buen desayuno, tener una actitud cariñosa.
Cosas de las que no soy responsable — Cepillarse los dientes, desayunar sin entretenerse, sus actitudes
A medida que vayas ordenando tus prioridades, tu ansiedad irá disminuyendo. Recuerda que no eres una supermamá y que no estás sola. Dios está contigo.
Verdad: Abandona la culpa y abraza la gracia
Me atrevería a decir que todas las madres ansiosas lidian con la culpa de vez en cuando. Queremos que nuestros hijos tomen decisiones piadosas, pero a veces se niegan, a pesar de nuestras buenas intenciones y nuestras oraciones.
Tal vez tu hijo de preescolar sigue mintiendo, o tu hijo de secundaria dice palabrotas, o tu hijo de secundaria se niega a entregar sus deberes de álgebra y está reprobando la clase. Tal vez uno o más de tus hijos adultos hayan dado la espalda a la fe cristiana o estén tomando malas decisiones, como acumular deudas en la tarjeta de crédito o irse a vivir con su novio.
¿Una buena crianza garantiza buenos hijos? No.
Proverbios 22:6 es un versículo familiar; uno que tal vez hayas memorizado: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando sea viejo no se apartará de él”. Parece una promesa, ¿verdad? Pero recuerda que el libro de los Proverbios es una colección de máximas que describen en general cómo Dios hizo funcionar el mundo. Tú y yo, y nuestros hijos (tengan la edad que tengan), tenemos la libertad de seguir a Jesús o elegir nuestro propio camino.
Así que, cuando te preocupes por tu hijo y temas ser el culpable, sustituye la culpa por la gracia y recuerda el amor incondicional que Dios te tiene (Romanos 8:1). Dios no te llama para que seas una madre perfecta, te llama para que seas una madre fiel y confíes en Él para los resultados. “Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque fiel es el que prometió” (Hebreos 10:23)
Mentira: “Pinterest-Perfecto” es posible
Las mamás ansiosas pueden creer la mentira de “la perfección”; es decir, que todo debe estar perfectamente organizado, que sus hijos deben comportarse perfectamente y que todas sus comidas deben ser “Pinterest-perfectas”. Sin darse cuenta, pueden pensar -y enseñar- que el perfeccionismo es lo siguiente a la piedad, lo que puede llevar a una crianza moralista.
La crianza moralista se centra en lo externo:
– Decir: “Por favor” y “Gracias”.
– Di: “Lo sientes”.
– Pórtate bien.
– Di: “Sí, señor” y “No, señora”.
– Sé un buen chico (o chica).
¿Quién no aprecia a un niño bien educado? ¿Quién no quiere que consigan un buen trabajo, se casen con una persona encantadora y no se vean envueltos en las cosas realmente malas?
Pero Dios quiere mucho más para sus hijos. Quiere que ellos -y también nosotras, madres ansiosas- comprendamos que nuestra relación con Dios no depende de lo que podamos hacer por Jesús, sino de lo que Jesús ha hecho por nosotros. En resumen, necesitamos el evangelio de la gracia.
He aquí una imagen de la crianza basada en la gracia. Digamos que tu hija de cinco años, Becca, tiene el mal hábito del egoísmo. Así que antes de ir juntos a su cita de juegos, oran juntos, dando gracias al Señor por los amigos y el sol, y pidiéndole que la ayude a recordar que debe compartir sus juguetes. Más tarde, en el recreo, cuando la veas compartir, puedes decirle: “Becca, ¡estás compartiendo! ¿No es estupendo que Dios haya respondido a nuestra oración? Ya ves, Becca, aunque todos odiamos compartir, Dios es más poderoso que nuestro egoísmo. ¿No es bueno?”[1].
Mamá ansiosa, al descansar en la gracia de Dios, sueltas al falso dios del control, reconociendo que Dios es soberano y que te ama. Suelta la capa de supermamá, deshazte de la culpa y abandona la mentira de la “perfección”. Recuerda que Dios te sostiene, incluso cuando tu día está lleno de derrames de café e interminable trabajo de lavandería.
__________________________
[1] Inspirado en Elyse M. Fitzpatrick y Jessica Thompson, Give Them Grace: Dazzling Your Kids with the Love of Jesus (Wheaton: IL: Crossway), 43.
__________________________